Un tándem por Sierra Menera: La Vía Verde de Ojos Negros - 4ª Etapa

4-9-2013

Bellotas

En nuestro periplo por esta Vía Verde de Ojos Negros, hemos apreciado claros contrastes en el terreno y la vegetación: desde las plantaciones de frutales cercanas al Mediterráneo,  pasando por las zonas de monte ascendiendo hacia el cauce alto del Palancia, en la sierra Calderona, hasta los altos páramos cercanos a la población de Barracas y los bosquetes de carrascas en la zona entre Sarrión y La Puebla de Valverde, llegando a las llanuras de cereal en el valle del Jiloca. 

Este recorrido por los distintos paisajes, mientras que circulamos alejados de núcleos habitados, nos permite disfrutar de la observación de aves, lagartos, conejos y demás fauna relacionada con cada entorno y sentirnos en plena naturaleza durante todo el trayecto. 

Cómo llegar al punto de inicio

Índice IBP: 32-RDB, 44-MTB, fiabilidad-D
(Dado que la ruta no es en montaña, pero tampoco
es un trazado típico de carretera, hemos 
sacado el IBP en las dos disciplinas a modo de referencia)

Arranca el que será el último día de ruta para nosotros. Aún nos quedan algo más de 80 Km. por delante y no tenemos ni pizca de ganas de irnos, al parecer nos hemos enamorado de estos lugares. Tras el desayuno, Carlos nos muestra su taller y nos cuenta los servicios que en él ofrece a los ciclistas, tanto a los que se alojan allí, como a los que van de paso por la Vía Verde. Dado que están a pie de ruta y, aproximadamente, a la mitad del trazado total de la vía, es recomendable llevar la referencia a mano. Nos despedimos de ellos y emprendemos de nuevo el camino. Aquí os dejamos el link de La Casa de La Estación, si pasáis por la zona, es un lugar estupendo para disfrutar del descanso y la paz o hacer turismo activo.

Las primeras pedaladas nos llevan directos de vuelta por el túnel y el viaducto de Albentosa, y tras unos rápidos kilómetros, cruzamos el límite entre Aragón y la Comunidad Valenciana directos al páramo de Barracas. Hicimos una parada para comer algo y admirar de nuevo la grandiosidad de los aerogeneradores. 

El siguiente tramo, la bajada del Puerto del Ragudo, se hizo veloz, casi vertiginoso (nuestra velocidad rara vez bajó de 30 Km./h). Dado que el camino de ida fue por aquí, y  que además hicimos una tardía salida matinal, no nos detuvimos demasiado hasta llegar a Jérica, donde comimos y descansamos un rato.

Los kilómetros de la tarde fueron más bien agridulces. Estábamos cansados y la pendiente poco a poco descendía en porcentaje, y con ella la velocidad, pero a pesar de todo no nos gustó para nada la idea, cada vez más cercana, de volver de nuevo al coche y con él dejar atrás este viaje de tranquilidad y naturaleza. Fueron sucediéndose los kilómetros y los pueblos: Navajas, Altura, Segorbe, Soneja... Los últimos kilómetros fueron los que hicimos más despacio, no por cansancio, sino porque aún nos sobraba tiempo e intentábamos saborear todo lo vivido lo más intensamente posible, intentando plasmarlo para siempre en el recuerdo. La ruta finalmente terminó y el descanso lo tuvimos al día siguiente, en el pueblo de Puerto de Sagunto, bañándonos en la playa antes de emprender el viaje de regreso a Madrid.

Y llegamos al final del viaje...

Fuimos desde Madrid cargados de nervios para experimentar sensaciones en una ruta de varios días "con la casa a cuestas", y en lugar de traernos lo que fuimos a buscar, volvimos con lo que no esperábamos:  los preciosos pinares de las sierras del Palancia, los estrechos y recónditos pasos de la vía cortando las montañas, las llanuras del altiplano de Teruel, los pequeños pueblos acogedores, mil rincones en el camino llenos de magia con los que volvimos hacia atrás en el tiempo, el trato familiar de las gentes de una región tan deshabitada como llena de posibilidades...Todo esto nos ha quedado para siempre en nuestros ojos, nuestra memoria y nuestro corazón, lo que convierte a este viaje en el más emocionante que hayamos hemos hecho hasta la fecha.