¿Por qué tándem?

Hay muchos motivos por los que el ciclismo en bicicleta tándem es especial. 

Todos conocemos los beneficios físicos que tiene el practicar deporte de forma regular: tonifica los músculos, hace que estos eliminen el exceso de calorías ingeridas, quema también grasas acumuladas, mejora el funcionamiento del sistema nervioso, respiratorio y vascular, favoreciendo el riego periférico y aumentando la capacidad tanto pulmonar como cardiaca, activa el sistema inmunológico, favorece indirectamente la regeneración de tejidos, y un largo etcétera de beneficios indirectos secundarios. 


Además, existen beneficios psicológicos: generamos endorfinas, que son responsables de mitigar las sensaciones de dolor y mal estar, y están relacionadas con la sensación de placer. Por tanto, la mera práctica de cualquier deporte, nos produce una sensación de bienestar, relaja el sistema nervioso y elimina tensión acumulada en el cuerpo.

La práctica del ciclismo en tándem, además de ser una actividad que comprende todo lo mencionado anteriormente, posee una serie de cualidades que hace de esta disciplina algo único en lo referente a deportes de equipo. 

El ciclismo en general es un deporte más bien individualista, aunque se practique en grupos o equipos, el objetivo final sólo es alcanzado por una única persona a lomos de su bicicleta, y todo el mérito de la conducción, la destreza y la fortaleza es atribuido a una sola persona. Con el tándem este aspecto cambia por completo, todo el trabajo físico, la coordinación, la pericia... se reparte entre dos personas (generalizando en que la mayoría de los tándem son duales). Esto conlleva que cada ocupante tenga labores distintas y bien definidas, pero las labores de ambos, para obtener buenos resultados, se tienen que llevar a cabo de una manera muy compenetrada:

- La labor del piloto es clara, es el que lleva los mandos y la dirección, gestionando con ello el ritmo de pedaleo, el momento necesario para las frenadas y la dirección que tomar en el paso de obstáculos. Es el encargado también de decidir el momento de arranque o parada, o imponer cambios de ritmo cuando sea necesario, en el caso de las cuestas, por ejemplo. Pero no nos equivoquemos, por ser el "capitán del barco" no tiene toda la libertad de mando que cualquiera pueda pensar. El hecho de tener esas responsabilidades, le obliga a tener siempre en cuenta el estado de forma y las condiciones de su pequeña tripulación: el nivel de forma física (lo que puede o no puede hacer), los miedos que pueda tener, la "idea" que tenga para la ruta (ir de paseo, entrenamiento, etc.), el pie con el que se arranca...en resumidas cuentas, aunque algunas cosas se conocen en marcha, hay que conocer a tu copiloto antes del primer arranque y en las primeras salidas. 

Aparte de tener buenas dotes de mando, un piloto tiene que saber trabajar en equipo, teniendo siempre muy en cuenta a su acompañante, porque más allá del pilotaje, los mejores resultados siempre dependerán del funcionamiento y la compenetración del equipo.

- El copiloto tiene las funciones más desconocidas en el tándem y por ello es siempre el eterno incomprendido. Lo primero que todo el mundo piensa cuando ve un tándem es que el que va atrás no da pedales, o que puede pedalear menos si quiere; nada más lejos de la realidad. Gracias al peso del conjunto "ocupantes + bicicleta" y a la transmisión solidaria entre el pedalier delantero y el trasero, el piloto es siempre consciente de la energía aportada por su acompañante y viceversa, así como de cuando deja de pedalear por algún problema. Sin embargo, tiene labores muy importantes en la conducción, tan importantes como las del piloto, como son estabilizar el tándem en momentos de giros cerrados (quedándose completamente quieto), equilibrar los pesos en las curvas rápidas (al contrario que en las lentas, metiendo el cuerpo acompañando la curva), subir la parte trasera en los bordillos (levantando su peso con pequeños saltos), o hacer frente a los miedos de no ver cuando se circula a alta velocidad, mientras que el piloto va avisando de los obstáculos. Además, puede tener otras funciones adicionales que un piloto tendría que hacer parado, como son la de leer mapas, GPS o echar fotos en marcha (al no llevar la dirección, en ciertos pasajes, puede pedalear sin necesidad de apoyarse sobre el manillar). El copiloto debe hacer todas sus labores sin ver los obstáculos a los que se enfrenta, y debe hacerlo guiándose por sus sensaciones y las indicaciones de su piloto nada más y, a su vez, realizarlas de forma coordinada con el mismo.


Cuando se tienen todas estas cualidades, cada cual en su puesto, el resultado de las rutas realizadas puede elevarse hasta niveles que no podéis imaginar... además, con la conducción de estas bicicletas trabajamos ciertos aspectos obteniendo otros beneficios un poco más profundos.



Seguramente muchos de vosotros cuando veis un tándem por la calle, pensáis lo divertido que parece y acto seguido sentís dudas y miedos ante la idea de ir montado en uno con algún amigo o vuestra pareja. Pues bien, os podemos confirmar que SI es tan divertido como parece, o quizá un poco más, y que NO es tan difícil ni tan problemático como muchas veces lo vemos desde el desconocimiento. 

Además, el compartir experiencias entre amigos o en pareja a bordo de estas bicicletas nos beneficia mucho más que ir en bicicletas individuales, y sobre todo en valores tan importantes como la comunicación, la solidaridad y la justicia, que pueden hacer que mejore incluso nuestra vida cotidiana.

- El esfuerzo físico se reparte entre los dos ocupantes equitativamente. Dos personas que tengan el mismo nivel de forma física aportan aproximadamente el 50% del esfuerzo cada uno, mientras que en un equipo formado por personas de dos complexiones diferentes, cada uno aportará el porcentaje correspondiente a su nivel, compensándose el uno al otro (el fuerte siempre compensará al débil).

- En pasajes complicados, como trialeras cuando se hace montaña, maniobras con giros cerrados o en el pedaleo de pie, la coordinación entre piloto y copiloto juega un papel crucial. En el pedaleo es un simple movimiento mecánico que ambos tienen que hacer al unísono. En las maniobras o trialeras sin embargo, cada uno juega un papel muy claro que, si se realiza con coordinación, os asombrará los resultados que se pueden llegar a conseguir.


- Las curvas rápidas son otro punto en que el papel del copiloto puede suponer la diferencia....

En el campo de lo psicológico, que va íntimamente ligado a lo puramente físico, que es de lo que hemos hablado hasta ahora, también encontramos numerosos puntos positivos:

- La comunicación, un valor esencial: para que el equipo funcione correctamente, debe haber una buena comunicación en la que el piloto juega el papel de director, ya que tiene que avisar de los arranques y paradas, los obstáculos a salvar y las dificultades que puedan afectar al copiloto (hay que tener en cuenta que en el puesto trasero la visibilidad es muy reducida y si no avisamos nuestro compañer@ puede llevarse un ramazo o salir despedido en un resalto). Los ocupantes tienen que saber en todo momento los unos de los otros, si se encuentran cansados, si sienten miedo, si se les ha salido un pie del pedal, etc. Cuanto más sepamos y nos preocupemos los unos de los otros, mejor coordinado estará nuestro equipo.

- La coordinación del equipo, un buen camino: aparte de la comunicación, que es un hilo no visible entre ocupantes, el vínculo que supone el ir juntos en una misma bicicleta supone una línea directa de unión física entre las personas. Lo que le pase a uno le pasará al otro, y todos deberán llevar a cabo su papel correctamente para disfrutar al máximo con la experiencia. Esto llevará, por consecuencia, que estemos más pendientes unos de los otros para coordinar esfuerzos y para compensarnos en caso necesario.

- La solidaridad, el factor más humano: gracias a la bicicleta que nos une y en una buena parte a la comunicación, podremos saber en todo momento tanto el estado físico como anímico de nuestra compañía. De esta manera, podremos ayudarl@, casi sin darnos cuenta, cuando lo necesite. Cuando uno se sienta débil el otro compensará con su fuerza, cuando uno sienta miedo el otro podrá transferirle su tranquilidad o su seguridad, cuando uno no vea el otro podrá compensarle con sus ojos, y así un largo etcétera. Trabajando mucho este punto, conseguiremos reforzar positivamente nuestros lazos afectivos.

- Compartir sentimientos, algo más allá del deporte: cuando acumulamos kilómetros trabajando los tres puntos anteriores, mientras que al mismo tiempo compartimos vivencias con alguien regularmente, se crean unos vínculos afectivos fuertes. En una pareja, una vez acabado el deporte, esa coordinación se mantiene en la vida cotidiana, por ejemplo repartiendo tareas en casa; entre amigos seguro que se traduce en una mejor comunicación, más efectiva y comprensiva. Además, ¿de qué sirve escalar la cima más alta si no lo compartes con alguien? si al ver, oír, oler y tocar, se le puede añadir el compartir estas sensaciones con otra persona de una manera tan directa, como pisando exactamente el mismo camino y pasando los mismos baches juntos, tanto mejor será la experiencia.


Por todo ello, ¡¡os animamos a que lo probéis!!



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