viernes, 14 de septiembre de 2012

I Prueba MTB Bike Time - El Sotillo (Guadalajara)

Fecha:           8 de Julio de 2012
Hora:            10:00 Am
Lugar:           El Sotillo, Guadalajara
Evento:         4ª prueba puntuable del I Circuito Provincial MTB de Guadalajara
Distancia:     Tres recorridos, competitivo 48km, medio 38km, cicloturista 30km.

Una semana antes vi un cartel anunciando la carrera. Recordé entonces lo que me dijo Sara unos meses atrás con su alegre voz: "¡Ay! pues nunca he estado en ninguna carrera, ahora que tenemos tándem, y si sale alguna fácil donde nos dejen apuntarnos, podríamos ir para ver cómo es desde dentro y vivir la experiencia". Tardé unos 5 segundos en coger el teléfono y decírselo, mientras que miraba dónde estaba el pueblo en cuestión. Dicho y hecho, unas cuantas llamadas nos separaron de la inscripción y el miércoles antes de la carrera estábamos apuntados. 

En el circuito de Guadalajara las categorías son federadas y, como no existe categoría federada de tándem en competición, la inscripción hubo que formalizarla en la categoría de cicloturista, la cual no opta a podium ni premios ni entra en puntuaciones. Pero eso nos dio igual, lo importante era devolverme al desterrado mundo de las carreras de MTB y que Sara probara las sensaciones de la competición. El circuito parece fácil, aunque nos avisan de que hay un tramo que no podemos hacer en tándem. Se trata de una vuelta al embalse de La Tajera, circulando todo por pistas y caminos de servicio alrededor del borde del pantano, salvo el bucle final (sólo para la competitiva). Decidimos intentar hacer el circuito de 38 km., que es el más largo para tándem y probar a ver que ranking sacábamos.

Efectivamente, como ha comentado Dani, nunca he participado en una competición o en una carrera, y la verdad es que hasta ahora no me lo había planteado nunca, pero al oírle hablar de carreras en las que había participado él o algún amigo/conocido, y tener el tándem, sentí curiosidad por probarlo al menos una vez, principalmente para conocer la sensación de primera mano, en segundo lugar despejar la duda de si seríamos capaces de aguantar los dos por igual el ritmo de carrera, porque cuando salimos a hacer nuestras rutas vamos tranquilamente, sin prisa, y por último, descubrir si tengo espíritu competitivo en este sentido y si el tándem se presta a ello.

La semana pasó con nervios, llego el sábado y estábamos como locos preparando todo. El Sotillo está a unos 120 km. de Madrid y eso exige un buen madrugón. Suena el despertador, primer pistoletazo de salida, viaje y descargar la máquina. Nervios, tensión y la atención puesta en la salida. 

Los días anteriores a la carrera, e incluso el mismo día, no estaba nerviosa. Empecé a estarlo cuando llegamos al Sotillo, aparcamos y empezamos a sacar el tándem, porque vi al resto de los participantes ya preparados y algunos listos para la salida (llegamos pegados de hora a recoger el dorsal, unos minutos antes de dar la salida), además, no sabía como iba a ser el recorrido y tenía dudas de si íbamos a poder hacerlo todo montados en el tándem, o si tendríamos que bajarnos varias veces a lo largo del recorrido.

Llevamos más bici que los demás para lo bueno y para lo malo, en la salida, que vamos todos embotellados, puede surgir un enganchón y no sabemos cómo es nuestro ritmo respecto a los demás...al fin dan el aviso y el pelotón se pone en marcha, el hueco es bueno, conseguimos mantenernos  en mitad del grupo en la subida inicial, luego se hizo casi llano hasta llegar al pantano. En esta planicie encontramos nuestro terreno fuerte ya que la inercia que generan 170 kg. es difícil de frenar pero fácil de mantener, y con ello conseguimos ganar algunos puestos ante la mirada desconcertada de algunos participantes. Y llegó la bajada al borde del pantano, seguimos adelantando corredores (pocos esta vez, ya que el trazado no daba margen para más) y a la vuelta de un recodo nos encontramos de bruces con una subida corta pero infernal. Tras esto y otra bajada más rápida, comenzamos a bordear el pantano por un camino precioso. Más adelante y tras una curva cerrada, encaramos de nuevo una dura subida en la que íbamos tan despacio que vimos que íbamos igual de rápido andando pero con menos esfuerzo, y así fue como echamos pie a tierra y pateamos un poquito hasta que, en la siguiente curva, cambiamos a asfalto y de bajada atravesamos un puente que cruza una de las colas del pantano. Seguido estaba el avituallamiento y más adelante la primera bifurcación con un montón de gente animándonos como si fuera nuestra propia hinchada (como a todo el mundo, pero en el momento ¡cómo te llena de energía...!). Nos indicaron que cicloturistas por la derecha y, cegados como íbamos en el fragor de la batalla, continuamos carretera alante.

Imagen de la carrera tomada del Blog Garvía Bike
En este tramo empezó a reinar el desconcierto. En la primera parte nos íbamos encontrando con pequeños núcleos de gente que se fueron hasta lo más recóndito a ver o animar, pero al pasar el cruce empezamos a encontraros extrañamente solos. De vez en cuando nos encontrábamos alguna señal en forma de jirón de cinta colgado o algún trozo cortando un camino que podía ser dudoso. Entre tanto, encontramos una subida importante con un repecho de unos 150 metros, donde hicimos una pequeña inversión bajándonos de nuevo, ya que tenía mucha inclinación y ganábamos tiempo andando, para luego subirnos y terminarlo montados. Al final de esta subida nos tranquilizó la silueta de dos chicos en lo alto del camino, situados en un cruce entre una pista y la carretera por la que circulábamos. Esta misma carretera volvió más adelante al borde del pantano para seguir bordeándolo, dejándonos disfrutar de una vistas muy bonitas. En el tramo previo a la presa encontramos otro control con coche de la Guardia Civil, que nos terminó de tranquilizar. 

Al pasar por encima del muro de la presa, tras mirar el cuentakilómetros, empezamos a darnos cuenta de que el recorrido que nos indicaron era el más corto (30 km., nosotros íbamos a buscar el de 38 km.), bordeando el pantano y yendo directos por carretera de vuelta al pueblo. Desde aquí, el camino se tornó en una subida, no demasiado dura, pero continuada. Después de una cierta distancia corroborando el recorrido que íbamos haciendo, encontramos a lo lejos el último control con la bifurcación de los últimos diez kilómetros (los vetados para nosotros). En este punto la tensión se empezó a hacer patente y tras atravesar el control, en una zona solitaria, contemplamos la idea de una parada técnica rápida. En ese momento miramos atrás y vimos a un ciclista solitario...y por si acaso, decidimos no parar.
Alcanzamos a unas personas que nos indicaban por dónde debíamos girar para encarar el último descenso, el más trepidante de todos, con mucho pedrusco suelto, escalones de roca, alguna curva que otra un poco más cerrada de lo normal y rápido, muy rápido. Durante esta bajada no pensábamos en otra cosa que en esforzarnos por conservar el puesto. 

Acabamos la última bajada extasiados por la velocidad y casi sin darnos cuenta recorrimos la última subida que nos devolvía al pueblo y nos llevaba al flotador de meta. Una vez más el desconcierto nos invadió...ningún corredor...y la gente atareada ultimando los preparativos para las llegadas de los corredores. Preguntamos incluso si era allí la meta hasta que alguien exclamó con sorpresa: "¡Anda, si ya habéis llegado! pasad y tomad algo fresquito"... Fue increíble cuando nos dimos cuenta de que llegamos antes que el resto de corredores (¡ni siquiera tenían puesto el control para la entrega de dorsales!). Así es como supimos que éramos los ¡¡¡¡ganadores de la categoría cicloturista!!!!, aunque no hay que olvidar que en esta categoría recorrimos el trazado más corto y además, teóricamente, no es competitiva (nosotros quisimos creer que alguien se lo tomó en serio). Aún así, nos hizo una tremenda ilusión.

Lo más curioso fue que mis padres y mis tíos vinieron a vernos y a dar un paseo por el pueblo. Cuando estábamos a punto de llegar, la gente del pueblo les avisaron que fueran bajando, que estaban a punto de llegar los primeros. Su respuesta fue "No se preocupe, si nuestros chicos no creo que sean de los primeros..."(la respuesta más lógica para la mayoría de la gente cuando es la primera vez que se va en tándem a una carrera federada de MTB, de hecho, yo hubiera respondido lo mismo...). Imaginaos su sorpresa cuando, bajando la cuesta, nos encuentran allí parados reponiéndonos ya, mientras estaban llegando los realmente primeros de las categorías competitivas.

La verdad es que no me resultó demasiado dura la ruta (las salidas que hacemos nosotros son de este tipo, aunque yendo con más calma, claro...), quitando las cuestas donde nos tuvimos que bajar, y aguanté bien el ritmo durante toda la carrera. El paisaje es bonito, sobre todo el camino que bordea el pantano, aunque quizás un poco peligroso para ir con prisas, porque subía y bajaba continuamente, serpenteando en plenos desniveles por una ladera. Fue genial, aunque en alguna ocasión creíamos que nos salíamos a darnos un baño monte abajo dado el ritmo que llevábamos...

Sí es cierto que hubo momento de duda cuando empezamos a no ver a nadie ni delante ni detrás durante bastante tiempo. Nos parecía raro que fuéramos solos, ¿tan rápido íbamos? ¿nos habían adelantado todos? Pasaban los kilómetros, al principio mirábamos hacia atrás, y más adelante empezamos a mirar no sólo para atrás, si no en todas direcciones, para ver algo que nos indicara que íbamos por el camino correcto, hasta que, como ha dicho Dani, avistamos un coche de la Guardia Civil. También hubo tensión cuando íbamos a pararnos un momento casi acabando, fue divertido porque vimos un ciclista que se nos acercaba (que no sabíamos si era de la carrera o no), y pensamos que si no nos encontrábamos con nadie porque íbamos de los primeros, nos podía quitar el puesto en el último momento si nos relajábamos. Así que fuimos toda la bajada del final pendientes, además de los obstáculos,  de si venía o no el ciclista por detrás.

Del resto sólo puedo decir que la organización de la carrera fue ejemplar. Todo el pueblo se volcó en este día de fiesta y celebración, hicieron un  mega-avituallamiento al final con una gran barbacoa, fruta, refrescos, hamburguesas, etc. (más quisieran muchas carrera con más importancia tener un soporte así...). El calor de los vecinos fue de agradecer, y la eficiencia y amabilidad de los organizadores (que a nosotros en concreto nos tuvieron que asesorar mucho con lo del tándem) fue de gran ayuda y todo un detalle. A todo el mundo que participó en este evento sólo podemos decirle que: ¡muchas gracias!

En el podio
Por último, yo también quiero destacar, además del buen trabajo de los organizadores, que el pueblo se volcó mucho en la organización del evento (fue un detalle que tuvieran una persona indicando cómo y dónde aparcar a cada coche que llegaba, para que hubiera sitio para todos en el pueblo) y en la celebración de una barbacoa al final para todos los presentes. 

En resumen, valió la pena el madrugón, porque fue una experiencia única y que repetiré sin duda en alguna ocasión más.

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