El parque de Juan Carlos I fue inaugurado con motivo del nombramiento de Madrid como Capital Europea de la Cultura en 1992. Se construyó sobre el Olivar de la Hinojosa, antigua finca ya desaparecida, de la que sólo se conservan los 2.000 olivos centenarios que tiene el parque y el nombre, que es el del campo de golf anexo.
El parque cuenta con: un lago de 30.000 m/2, una ría de 1.900 m. de longitud, 13.000 m. de paseos, 21 hectáreas de olivares, 19 esculturas al aire libre, un auditorio, el Jardín de las Tres Culturas, la llamada Estufa Fría y una pirámide solar. Hoy, vamos a darnos una vuelta en la que intentamos abarcar los puntos más importantes, combinando los más entretenidos para recorrer en tándem, junto con un recorrido por varios parques cercanos.
Índice IBP: 36-MTB, fiabilidad-B
Antes de empezar, hay que señalar que el parque de Juan Carlos I tiene tres puntos de alquiler gratuito de bicis y tándem (por lo menos antes con lo que respecta a los tándem, ahora mismo desconocemos si siguen disponibles ya que había poquitos y estaban bastante maltrechos...).
Antes de empezar, hay que señalar que el parque de Juan Carlos I tiene tres puntos de alquiler gratuito de bicis y tándem (por lo menos antes con lo que respecta a los tándem, ahora mismo desconocemos si siguen disponibles ya que había poquitos y estaban bastante maltrechos...).
Punto de alquiler de bicis y tándems |
El uso de este servicio se encuentra restringido al interior del parque y el préstamo es sólo durante una hora, con lo que si optáis por esta forma de recorrerlo, la parte del Pinar de Barajas y la Quinta de los Molinos no la podréis realizar, además de por normativa, porque están demasiado lejos para llegar hasta allí en el tiempo límite. No obstante, la mayor parte de esta ruta se recorre dentro del parque, que también cuenta con aseos, fuentes y una zona para volar cometas. Podemos descargar planos en Internet, por ejemplo, en la página del Ayuntamiento de Madrid.
Comenzamos por la entrada principal, situada en la glorieta de Don Juan de Borbón, donde encontramos la entrada al parking principal.
Comenzamos por la entrada principal, situada en la glorieta de Don Juan de Borbón, donde encontramos la entrada al parking principal.
Monumento a Don Juan, de Víctor Ochoa |
En esta entrada encontramos la primera de las esculturas (Monumento a la Paz, de Yolanda D'Augsburg) al lado de la Rosaleda, por donde accederemos a través de un puente.
Monumento a la Paz, en la Rosaleda |
Durante la primera parte recorremos algunos puntos con las mejores vistas del parque.
Uno de ellos se encuentra situado al Norte. Se trata de una pirámide (conocida por nosotros como "La Espiral", por la forma de los dos caminos que llevan a su cima), coronada por la escultura Sin Título, de Jose Miguel Utande.
Vista del parque desde "La Espiral" |
Sin Título, de Jose Miguel Utande |
Otro punto interesante por las vistas es un montículo en el Este, con la escultura hemisférica My sky hole/Madrid en la cima. Este montículo también de forma piramidal (por aquí conocido como "El Teide", gracias a nuestro amigo Luis), es fácilmente distinguible por los cuatro cipreses que lo coronan, entre los cuales se encuentra la escultura que hemos comentado, y tiene dos caminos de subida: el principal, más ancho y progresivo, y uno que podría llamarse "lateral", que no es más que un pequeño carril de hormigón, sólo apto para los más osados y con mejor forma física.
Vista desde "El Teide" |
Ría |
Jardín de las Tres Culturas |
Espacio Méjico |
Estufa Fría |
Espacio Méjico |
Por estos caminos, a los que les guste el ciclismo de montaña, encontrarán varias rampas y escaleras con las que amenizar el recorrido, así como bellas estampas desde lo alto de los puentes que cruzan la ría.
El punto y final al recorrido lo hacemos en la escultura llamada Viga, situada justo en la entrada principal.
Viga, de Jorge du Bon |
En su corta ascensión, encontramos una divertida prueba de pericia para tandistas que consideramos como la prueba para obtener el "carnet de tándem". Recomendamos que si lo intentáis, lo hagáis en la modalidad de piloto y copiloto, así ambos tendréis la experiencia en los dos puestos. Si se realiza la subida y la bajada sin poner pie a tierra, se considera como prueba superada y se podrá ostentar orgulloso el carnet de tandista, en ambas modalidades.
Hay otras esculturas que visitamos durante nuestro recorrido,
algunas bastante curiosas como Dedos, Los Cantos de la Encrucijada, Fisicromía para Madrid o Pasaje Azul. Otras son
llamativas como Manolona Opus 397, de Miguel Berrocal, o Encuentros, de Mustafa Arruf. Algunas se
encuentran escondidas, como Homenaje a Galileo Galilei.
Detrás, Encuentros. Delante, Manolona Opus 397 |
Fisicromía para Madrid, de Carlos Cruz Díez |
Los Cantos de la Encrucijada, de Leopoldo Maler |
Homenaje a Galileo Galilei, de Amadeo Gabino |
Dedos, de Mario Irarrázaval |
Pasaje Azul, de Alexandru Arghira |
Otras
esculturas que podemos encontrar en el parque, son: Eolos (Paul van Hoeydonck), Homenaje a Agustín
Rodríguez Sahagún (Toshimitsu Imai), Homenaje a las víctimas del
Holocausto (Samuel Nahon Bengio), My sky hole/Madrid (Bukichi Inoue),
Paseo entre dos árboles (Jorge Castillo), Viaje interior (Michael
Warren) y Sin Título, de Dani Karavan.
Por último, hay que destacar que el parque cuenta con una pirámide solar, donde se produce energía para los vehículos que transitan por el parque, además de albergarlos en su interior.
Pirámide solar |
Nuestros
pasos se alejan a través de un pequeño carril bici, que nos lleva hasta
el Anillo Verde, del que recorremos apenas 100 m. para adentrarnos
en el Parque Juan Pablo II, recorriendo sus dos fases temáticas: la
primera, el Jardín del Sol y del Agua, la segunda, los Jardines Históricos del Mediterráneo. Nosotros las recorremos de pasada de
camino al Pinar de Barajas, pero merece la pena hacer un par de eses por
dentro de este parque para observar sus detalles.
Tras
esto, atravesamos un campo de pinos jóvenes y realizamos un sencillo
recorrido por el Pinar de Barajas. Es una zona forestal de casi 21
hectáreas, delimitada al Norte por la colonia Conde Orgaz y, al Sur, por
la A-2. Tiene forma alargada y es un remanso de paz y tranquilidad, únicamente roto por el arrullo de la carretera. Hacemos un
trazado de ida y vuelta hasta el final y nos disponemos a cruzar la A-2,
dirección al Parque Quinta de los Molinos.
Los
orígenes de este parque se remontan a comienzos del
siglo XX, con la adquisición de la primera de las parcelas que forman la
finca por parte de César Cort Botí, prestigioso ingeniero y arquitecto.
El núcleo originario de la finca fue el entorno del palacete y la zona
situada al norte del camino de Trancos o de la Quinta. El resto de la
finca es el resultado de varias adquisiciones que realizó el Sr.
Cort hasta los años setenta. A su muerte, en 1978, los herederos
llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid por el cual la finca
pasó a ser patrimonio del Ayuntamiento de Madrid, catalogándose como
Parque Histórico en 1997. Está dividido en dos zonas claramente
diferenciadas: la zona Norte, de estilo romántico-paisajista, y la zona Sur, de carácter agrícola. En sus grandes extensiones de arbolado
podemos ver olivos, pinos y eucaliptos, destacando
los almendros, que cuando florecen en febrero y marzo, ofrecen un bonito
espectáculo.
Parque Quinta de los Molinos |
Hacemos un recorrido por el interior del parque, visitando al principio la zona del palacete, la llamada Casa del Reloj y el molino, con sus invernaderos, jardines y su pequeño auditorio. Buscamos seguidamente los caminos más caprichosos y juguetones para maniobrar con el tándem, que nos llevarán a disfrutar de la paz del campo de almendros y, finalmente, a recorrer el perímetro casi completo, cerrado en su totalidad con cinco
puertas de acceso.
El retorno al punto de inicio lo haremos por el carril bici que discurre por la Avenida de Los Andes, que nos llevará derechos a nuestro destino.